Las obras durarán seis meses y la inversión será de 180.000 euros.
El próximo año, se cumplen 800 años de su Consagración en 1222.
La portada de la iglesia de El Salvador de Ejea de los Caballeros empezará a ser restaurada en las próximas semanas, con una inversión de 180.000 euros. La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón ya ha comenzado con el desmontaje de la estructura provisional que ha protegido la portada con una chapa serigrafiada con su imagen para, a continuación, iniciar los trabajos de restauración de esta joya arquitectónica del románico que se conserva en la provincia de Zaragoza.
Los trabajos de restauración se prolongarán durante seis meses y permitirán curar las heridas que el paso del tiempo ha dejado en esta monumental portada románica. En una primera fase, se limpiarán, consolidarán y fijarán tanto la piedra como los morteros y policromías y, en una segunda fase, se instalará una estructura acristalada que, además de permitir su perfecta visualización, la protegerá de los agentes medioambientales y la conservará preventivamente a largo plazo. La nueva estructura protectora respetará plenamente los valores históricos, estéticos y simbólicos de la portada así como su funcionalidad, e incorporará un cuidado sistema de iluminación y un eficaz sistema anti aves. Se tratará de una estructura ligera, realizada en vidrio con finos perfiles metálicos y un tejadillo de zinc.
En ambas fases, los profesionales de la restauración desarrollarán una importante labor de documentación, estudio y análisis de materiales, además de un plan de mantenimiento y conservación preventiva para el futuro.
Iglesia de El Salvador
La iglesia de El Salvador, en Ejea de los Caballeros, fue declarada Monumento histórico-artístico (hoy Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento) en 1931.
Fue consagrada en el año 1222 por el obispo de Zaragoza Jimeno de Luna, aunque su construcción se inició en el último tercio del siglo XII. Pertenece al estilo románico de transición hacia el gótico. El material utilizado para su construcción es piedra sillar arenisca.
Del exterior destaca su aspecto de iglesia-fortaleza, muy característico de nuestra zona, con su torre almenada, el camino de ronda y el coronamiento de almenas. Podrá observar otra torre, inconclusa, que debió añadirse andado el siglo XIV. En el XV se añadió una tribuna exterior en el lado sur. Pero el valor de la iglesia de El Salvador aumenta cuando vemos sus dos portadas. La portada norte contiene un muestrario escultórico románico, sin duda uno de los más ricos y complejos de las Cinco Villas y uno de los más significativos del taller del Maestro de Agüero. La portada se abre en arco de medio punto, doblado por cinco arquivoltas. Éstas están separadas por pequeños arcos en retirada con ornamentos vegetales y geométricos, que envuelven un tímpano con una extraordinaria representación de la Última Cena. Las escenas narradas en las arquivoltas, aprovechando cada una de las dovelas, corresponden a un programa iconográfico homogéneo, cuyo tema central es la Redención y la Vida de Jesús. De entre todas las arquivoltas destaca la interior, en donde aparecen imágenes profanas: flautista, contorsionista, bailarina, grifos y grillas. Todas ellas simbolizan el pecado.
La portada oeste contiene un tímpano central, con el crismón trinitario aragonés sustentado por dos ángeles. Los más interesantes de esta portada son sus capiteles, repletos de motivos vegetales, animas fantásticos y grillas. Se puede contemplar también las imágenes emblemáticas del taller escultórico del Maestro de Agüero: una bailarina contorsionada, esta vez junto a una arpista femenina.
Cuando entramos en el interior de la iglesia se pueden comprobar algunas características más de su condición de templo románico de transición al gótico: bóveda central de cañón muy apuntado y ábside poligonal con cubierta de horno nervada, que forma en los lados del polígono grandes arcos apuntados.
En origen, El Salvador era una iglesia de una sola nave. Hacia mitad del siglo XV se añadieron dos capillas a cada lado del presbiterio (zona del altar). El resto de las capillas se abrieron a partir de 1545 por deseo de Hernando de Aragón, arzobispo de Zaragoza e hijo del rey Fernando el Católico. A finales del siglo XVIII se sobreañadió la capilla de El Voto.